lunes, 10 de febrero de 2014

CONSUMO DE ANSIEDAD


O el intento de satisfacer necesidades emocionales con bienes materiales. Sin embargo, al igual que en las “dietas milagro”, el efecto conseguido no es otro que el de rebote, ya que la compra compulsiva sólo genera más vacío y más ansiedad.



Temporada tras temporada, los ciclos de la moda se van acortando, invitando a consumir más rápido, más nuevo, todo aquello que los creadores de tendencias han decidido que deseemos hoy y ahora, abarcando cada vez más ámbitos de nuestras vidas. Y es que cuando el consumo se convierte en patológico, el climax de la satisfacción se alcanza en el momento de la compra. Una vez que se posee el objeto éste empieza a perder su valor, empezamos a desear lo siguiente, la novedad de la novedad, en una frenética montaña rusa.




Por su parte, las estrategias de marketing están tan evolucionadas que llegan a hacernos olvidar que todo está perfectamente programado, que nuestro sistema económico necesita de la angustia, ergo la genera.

Cuando pienso en tendencias pienso en chocolatinas, pequeñas cápsulas de placer rápido y corto, muy corto que te hace desear siempre otra, de manera insaciable, antes de dar paso a esa odiosa sensación de culpabilidad. Y pienso también en Pavlov agitando su campanilla para hacer salivar a su perro que, feliz en su ignorancia, celebra que ya toca comer otra vez.