martes, 29 de abril de 2014

MAYO - MAIATZA



Más allá de los incontables “días de” que nos encontramos a diario en el calendario, el mes de mayo viene marcado por dos celebraciones muy señaladas y, en principio, muy distintas.

Empezamos el mes con el 1 de mayo, Día Internacional de los Trabajadores, jornada de lucha reivindicativa y de homenaje a los Mártires de Chicago, que en 1886 comenzaron una lucha por sus derechos. Una de sus reivindicaciones básicas era la jornada de ocho horas: ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño, ocho horas para la casa. Me pregunto qué pensarían aquellos obreros y sindicalistas sobre la tiranía del correo electrónico, el móvil, la redes sociales, y el desdibujamiento que provoca entre todos los ámbitos de nuestra vida el hecho de estar conectado 8x3 horas diarias.




La segunda es el Día de la Madre. Una celebración de fecha difusa, el 1º domingo de mayo. Sus orígenes parecen encontrarse en la Inglaterra del siglo XVII, donde tenía lugar un acontecimiento relacionado con la Virgen, que se denominaba Domingo de las Madres. Los niños acudían a misa y regresaban a sus hogares con regalos para sus madres. Como muchas de ellas trabajaban para gente acaudalada y no tenían la oportunidad de estar en sus hogares, ese domingo se les daba el día libre para poder estar con sus familias y sus hijos. Esto explica por qué en lugar de tener un día concreto en el calendario, se celebrara siempre en domingo.




Jornadas laborales, derechos, clases sociales, al final resulta que todo está más unido de lo que parece a simple vista.

lunes, 7 de abril de 2014

MUNDO TIRABLE



Vivimos en medio de tantos productos desechables, que se nos hace difícil reconstruir mentalmente un mundo en el que las cosas se arreglaban y perduraban. En contra de la mentalidad de preguerras y su poderosa ética de la conservación que obligaba al aprovechamiento de  los escasos bienes materiales hasta lo imposible, el desarrollo económico de los años 60-70 introdujo los objetos desechables como una liberación y como un símbolo de estatus. Como paradigma de esta revolución en los hábitos de consumo, los pañales y las compresas desechables que liberaban a las mujeres de tediosas labores de lavado y, todo hay que decir, de disimulo a la hora de esconder la menstruación y sus efectos.

Marion Donovan, inventó los pañales desechables en 1946.

La cosa pintaba bien, cuando necesitas usar algo, lo compras y después, lo tiras. Comodidad, tiempo libre y “modernidad”. El problema está en que lo desechable se convirtió pronto en un modo de vida, extendiéndose  incluso a productos en los que no representa una ventaja evidente, como por ejemplo, las cámaras fotográficas de usar y tirar, las vajillas divertidas para las fiestas infantiles, y así un largo etc.
 
Cámaras especialmente diseñadas para bodas.

 
Vajillas temáticas para fiestas infantiles.
Paralelamente, esta tendencia afecta a la moda. Se fabrican cantidades enormes de ropa de mala calidad cuya principal cualidad es la de permitir cambiar a menudo de look a bajo precio. Compramos, usamos, tiramos, ropa basura que no merece la pena cuidar ni arreglar, ignorando los efectos que esta cultura de lo desechable tiene sobre el planeta, pero también en nuestras emociones, de las que hemos desterrado cualquier lazo afectivo con los objetos que nos rodean.